A lo largo de aquella etapa anterior al noviazgo, plagada de advertencias sobre los pros y los contras de tan arbitrario negocio, el sexo contrario se iba convirtiendo en una referencia tan obsesiva como irreal, en una meta que, más que atraer, imponía. Se fingía avanzar hacia ella practicando enojosos rodeos, pero en el fondo latía la sospecha de que era un paripé. Asignatura sinuosa que no trataba de la materia enunciada en su título, y cuyo estudio resultaba decepcionante.