existencia. Sonreír era «airoso». El adjetivo «airoso», con claras connotaciones triunfalistas, se empleaba mucho en la postguerra española. Evocaba un ondear de banderas, un revoleo de capas en los desfiles. Significaba vencer, merecer el aplauso. Si se obtenía sobresaliente en un examen o se superaba una calamidad que parecía insuperable se había salido airoso. Lo contrario era darse por vencido, «quedar desairado», en mal lugar. Dentro de este contexto,