las niñas les divirtiese, es que a muy pocos niños les gustaba hacer de heridos, sino de luchadores, exploradores y aventureros, como la propaganda de los tebeos les enseñaba. Cuando una niña tenía hermanos, aunque esa circunstancia le proporcionara ocasión para observar más de cerca las reacciones del sexo masculino, raramente podía tomarlas como modelo de conducta, so pena de ser tildada de «marimacho», que era muy mal insulto. Eran ellos, por muy al margen que