laslo perder mucho tiempo y se tenía a gala que así fuera, porque ponía en juego ciertos equilibrios de imaginación relacionados por una parte con el sentido del ahorro y por otra con el deseo de no llevar «ropa de serie». Prestigiaba ante las amigas conseguir un atuendo a cuya confección se le hubieran dado muchas vueltas y hubiera costado múltiples titubeos, pruebas y rectificaciones de opinión. Este proceso hasta la terminación del vestido era la base fundamental de muchas conversaciones femeninas,