tuvo que prohibirse su peinado, debido al perjuicio que esto suponía para las señoritas que trabajaban en oficinas, servicios de guerra y otros menesteres, ya que a causa de las fugaces cegueras que sus volantes melenas les proporciona éstas no rendían al máximo en su trabajo. Por debajo de estas razones de tipo utilitario, latía el miedo a que los modelos femeninos del cine volvieran a poner en circulación el odiado tipo de mujer fatal o vampiresa, tan floreciente en las películas de