codearse con niñas de clase superior, con el ingenuo afán de contagiarse de ese halo de brillantez, apellidos y nutridas cuentas corrientes. Los niños, en cambio, gozan confraternizando con los golfos más desharrapados, en los que suelen admirar su espíritu de iniciativa y su temperamento aventurero. La mística de la masculinidad venía exaltada ya en los tebeos de aventuras dedicados a los niños. Como las directrices de la prensa infantil y juvenil también se atenían al principio de segregaci educativa adoptado