y a su cuna, que las obligaban a ser más «exquisitamente femeninas» que las demás. La «elegida» era esa muchacha de aire deportivo y alegre, de familia intelectual cuyo medio la lleva a refinarse... sin abandonar su ser exquisitamente femenino... que es ante todo preparación del hogar, modales suaves y pureza de pensamiento y costumbres. Y si de este cariz eran las cortapisas para que llegara a cuajar una médico, abogado o profesora de Filosofía realmente competente