el héroe sería sustituido por el antihéroe, y que poco después el existencialismo francés y el neorrealismo italiano irían introduciendo en nuestro país, como veremos. De momento, a pesar de las salvedades apuntadas más arriba, a la jovencita no convenía apearla de su pedestal de sueños. Y en este sentido, la novela rosa siguió considerandose durante mucho tiempo como un mal menor, comparada con otros modelos mucho más peligrosos de la literatura. A los diecisiete años, Ana presume