seloselo mantenerse fiel a los mandatos del pudor sin que el novio perdiera el interés por ella llegaba a convertirse en una estrategia fatigosa y monótona, sobre todo si se tiene en cuenta que la «zona templada» del noviazgo podía durar años y más años. Algunos textos de la época se esforzaban por cantar, con una retórica bastante hueca, las excelencias y ventajas de aquella larga y paciente espera, donde la mujer hipotecaba su presente en aras de