grupo de amigos que nos acompañaban. Pero Patrizia había insistido con aquel entusiasmo suyo tan exaltado, de tal manera que acabamos aceptando el viaje. La villa pertenecía al que había sido vuestro tutor y ahora administrador de los escasos bienes que poseíais. En realidad la invitación nos la había hecho Fulvio, el hijo del propietario -Fulvio Malombra- quien en tiempos pasados te había cortejado sin éxito y que ahora --por puro despecho-- parecía más inclinado hacia Patrizia y otras jóvenes del