de que progresivamente iba dominando su pasado --sepultándolo-- lo que le impedía desgarrar aquella foto. No, no podía romperla, aunque quizá en cualquier momento la ocultaría en una de las carpetas para no verla nunca más. Olvidarla para volver los ojos hacia otros montes, hacia otro lago. ¿Acaso hacia otros ojos? Jano creía que no, que no podía encontrar otros ojos con la luz de aquellos de la fotografía. Pero pasaban los días y