artista utilizando su verborrea demagógica! Pero lo más provocador resultaba nuestra animadversión hacia Manzoni y, en particular, hacia I promessi sposi, una novela que todos los italianos estudian y adoran. Esta radical opinión nuestra levantaba vuestras iras. Nosotros preferíamos un Arte más esencial y menos costumbrista y sentimental. Por suerte, Francesca, lográbamos calmaros cuando Karl pronunciaba nombres como los de Foscolo o Leopardi para contraponerlos al del novelista milanés. No perdonábamos cierto rancio moralismo que desprendía la personalidad