el camino, la línea perdida que, oculta tras el fogonazo de aquel momento horrible, había interrumpido, por medio del terror y la ofuscación, su capacidad de discernimiento. Apenas tomaría más tiempo que el de hacer las maletas. Partiría con todo cuanto pudiera meter en ellas: cosas ligeras, ropa sobre todo, ningún libro, ni objetos de valor o de uso salvo, quizá, aquel dibujo enmarcado de... pero no: éste era un momento para renunciar con decisión