las molduras se acumulaba una especie de cerumen que acarició con la yema de los dedos distraídamente. ¿Dónde estaban las nubes y el cielo pardos y entintados? Suspiró, deprimido ante la acrimonia que emitía aquel cristal por el que no deseaba asomarse. En la sala sentía malestar. De repente, el dolor creció y rajó la tripa; fue un trallazo que le hizo encogerse como impulsado por algún resorte que se hubiera quebrado dentro. El resorte golpeó al expandirse y