proposiciones académicas que le hicieron en Italia y que previamente había apalabrado. ¿Y Adriana? ¿Cómo aceptaba Adriana aquella decisión, el rechazo de Marescu --esta era la verdadera razón-- hacia una sociedad que ella admiraba? ¿Cómo reaccionaría ella, que no podía volver a Italia? Aparentemente sin respuesta, sin otra respuesta que no fuera la del ciego amor que todo lo allana y todo lo confunde. Marescu parecía haber emprendido la tarea de desactivar ideológicamente --con suma delicadeza