, es decir, cuando acababan de regresar de Rusia con las orejas gachas los últimos expedicionarios de aquel descabellado sueño imperial que se llamó la División Azul, y se temía una derrota de las potencias del Eje, a Pilar se le nota cierta preocupación por el futuro de su apostolado falangista cuando habla de las pusilánimes que tímidamente se van apartando de la Falange por si cambian las cosas. Y añade, inflamada de renovados bríos, que no se puede perder el tiempo. No