lo sin ideales puros: al hastío, y por fin, como remate, al suicidio. Frente al entusiasmo, vocablo clave de la retórica falangista, empezaba a asomar, como monstruo de tres cabezas, la palabra «angustia», iniciando una batalla que llegó a encontrar cumplido eco en las novelas españolas escritas durante la década de los cincuenta. Sobre esta palabra -reconoce un autor falangista- gira la mayor parte del problema espiritual de nuestro tiempo. Hay una filosofía de