piso. De no ser el ascensor una jaula transparente, el portero no ve nada.» Con un resto de voz preguntó el pobre Herrera: «¿Qué vio?» «Con sus propios ojos, el cuadro vivo que representó la tipa. El gallego tenía labia y con dos o tres detalles bien elegidos pintó una escena que no olvidaré.» Como el hombre se había callado, dije: --Qué desilusión para su médico. --Más bien espanto y,