sus raíces en universales neuronales, ambientales y sociales antes que en una mítica mente humana constante. Todos los seres humanos, sean aborígenes australianos, presidentes sudamericanos o parisinos refinados, nacen con cerebros similares, y todos ellos respiran, comen, excretan, se mueven, aman, odian, aprenden, piensan y se comunican. Por esto, al ocuparse de sus asuntos diarios, todos los seres humanos hacen cosas similares en todas las sociedades, tales como acostarse,