le que caracteriza al filósofo auténtico le lleva a veces a meterse en camisas de once varas. En ocasiones merece el reproche que en la Edad Media solía dirigirse al lingüista: Grammaticus ipsa arrogantia est. Pero al menos no podrá acusarse al filósofo filósofo de indiferencia. Valga esto como excusa por haberme metido con la lingüística o, por mejor decirlo, con algunos problemas de la lingüística y, en particular, de la lingüística generativo-transformacional iniciada por Noam Chomsky