se de las amigas y del mundo en torno, pudiera dedicarse a recoger arrobada informes sobre los gustos y aficiones del muchacho en cuestión, éste tenía que haberse significado más, dejar entender que quería verla a solas, invitarla a salir a ella sola. Y ésa era una etapa posterior. Algunas chicas, demasiado vinculadas a su grupo femenino, tardaban en dar pie a esa intimidad. Y ciertas consejeras sentimentales se veían obligadas a darles un empujoncito para