No debe extrañarnos, pues, que la capciosa interpretación del encierro otorgado como liberación magnánima fuese ahora aceptada e incluso jaleada por muchas de aquellas «dulces Margaritas» que habían recuperado su preciada rueca. Leemos diferentes artículos, y una cosa queda clara en nuestro espíritu femenino: que en resumidas cuentas, ¡por fin!, hay un Estado que se ocupa de realizar un sueño de tantas mujeres españolas: el ser amas de casa. Bien es verdad que para inculcarle