quedado muda, pero ahora hacías desesperados esfuerzos para hablar. Alguien dijo que más bien parecía como si pretendieras cantar. Pero se te quebraba la voz tras las primeras sílabas. Tu lenguaje nos resultó incomprensible. Ahora parecía como si no desearas abrir los ojos, como si no desearas fijarlos en nada. Y supe al verte, Francesca, que te había perdido para siempre, que ya no eras de este mundo, que el preciso mecanismo de tu cerebro, de