que albaneses, a juzgar por sus vestimentas- se encontraba a la sombra de un gigantesco castaño de indias. Parte de ellos -¿acaso exiliados?- abrazaban en silencio a otro grupo -¿fugitivos?- que acaban de descender del tren. Había personas mayores y niños. Las mujeres vestían de largo y de riguroso luto. Pero lo más impresionante del encuentro era la ausencia de gritos o de palabras. El silencio era el gran protagonista. Acaso había algún susurro