. A pesar de que provenía de un modelo de sociedad distinto, no simpatizaba con él en absoluto. Por tanto, se hallaba ideológicamente en los antípodas de la joven italiana. Adriana soñaba con transformar la sociedad capitalista. Marescu hubiera deseado «desmaterializar» --ésta era su expresión-- el sistema social de su país y se sentía entusiasmado con los gustos y valores estéticos de la sociedad occidental. De ahí provenía, entre otras razones, su interés por la arquitectura clásica,