la mañana la brisa fue más fresca y, poco a poco, comenzaron a caer las grandes hojas amarillas de los álamos, que el río que nacía del lago arrastraba con sus aguas en gran número. Aquella atmósfera inestable y desangelada alejó del balneario a algunos de los últimos residentes. Jano se sintió angustiado al saber que --dado lo avanzado de la estación-- no iba a ser nada fácil continuar su ruta hacia el este, pasar a la Macedonia griega a través del