se mete bajo el pecho del viejo, que entonces cambia de recuerdos: -Eso, ahora aquí, quieto, como el corderillo con la madre. Lo que yo te decía, ¡topar y mamar! Pero el chiquillo sigue avanzando y aparece por detrás, pasando entre las piernas del viejo, cuya memoria retorna así a la guerra, mientras el niño al fin se sienta a descansar, satisfecho de sus proezas. -¡Vaya golpe final! ¡Así, escabullir