marcha el condenado ascensor!... ¡ Por fin! La puerta del ático, entornada; ¿qué hacer? Golpea suavemente sin obtener respuesta... ¿Estará sola ? ¿ Y si le ha dado algo de repente ? Se decide y avanza por el pasillo. Le detiene un alarmado « ¿ Quién es ? » y contesta dando su nombre. La alarma se hace grito y cuando él se asoma a la alcoba aún se agita sobre la cama un cobertor revuelto del que emerge