apenas mantenían ya auténticas conversaciones sobre temas ajenos a las lecciones. Miguel no estaba dispuesto a desvelar su intimidad ni se mostraba demasiado interesado en los comentarios que Carlos le hacía acerca de sus amigos o de su grupo musical. Nada parecía fastidiarle tanto como tener que oír las canciones de los Beatles y por eso, cuando el profesor le trajo uno de sus discos como regalo de cumpleaños, lo escuchó con una expresión de disgusto que difícilmente podía pasar inadvertida. --Si lo