por otra parte. «Viban los milicianos, Pedro Rojas... --empezó a recitar Julián con una voz un poco teatral--. Con esa B de buitre en las entrañas...» David miró el reloj disimuladamente. ¿Hasta cuándo duraría la reunión? Aquella noche, Julián le había prometido llevarle al estreno de una obra recién traducida del francés, si de veras llegaban a estrenarla, porque a última hora a veces llegaba la prohibición y todo se iba a paseo