Comieron, y cuando entraron en la plaza ya había mesas ocupadas en las terrazas. Abundaban los hombres. Algunos jugaban al dominó, otros discutían o charlaban. Muchachos de uniforme se sentaban en grupos. Algunos, como David, iban de paisano, pero se les reconocía por el pelo muy corto, las dudas al elegir mesa, el desconocimiento del lugar. --No sabes cuánto te agradezco esta visita --dijo David--. Está uno aquí tan fastidiado... Pidieron café y