ser potencia mundial. Es un destino al que estaba destinada desde su origen, como pudieron adivinarlo algunas mentes lúcidas del siglo XIX, entre ellas la de un español: Donoso Cortés. En 1904 Henry Adams preveía que pronto se enfrentarían dos fuerzas opuestas: la inercia rusa y la intensidad norteamericana. No se equivocó aunque ¿podría hoy, al referirse a Rusia, hablar de inercia? Los adjetivos que le convienen a su política son, más bien, tenacidad y