Al viejo le recuerda un paje con calzas de uno de los cuadros del museo, el día en que descubrió la estatua de los dos guerreros. Se asombra: por primera vez no le irrita una mujer con pantalones. Brunettino alborota desde su cunita. El viejo llega primero, Simonetta le pisa los talones dedicando palabras dulces al pequeño, Anunziata se siente de más y vuelve a sus tareas. Así es que Brunettino vuelve a encontrarse, como aquel día, acurrucado contra