-Quedese con él; yo le haré la papilla. -¿Sabrás prepararla? -se asombra el viejo, porque las muchachas de ahora ignoran esas cosas. -Mi tía me lo explicó. Además, yo he cuidado niños. Estuve au pair en Suiza el año pasado, ¿qué se cree? Lo ha dicho ya desde el pasillo, con un risueño tonillo desafiante. El viejo permanece en la alcobita. «¡Cuántas cosas necesita un niño!