con la madre de Mari-Nieves y, con frecuencia, paseaba sola lejos de la casa. Yo ni siquiera intentaba comprenderos. Todo aquello era para mí como una catástrofe de la naturaleza, como una tempestad ante la que sólo me cabía escapar. Al fin pude asistir a un colegio. Tú no llegaste a conocer aquel lugar donde yo pasaba tantas horas de mis días y de una manera tan diferente de como había imaginado. Quizá fuese entonces cuando por primera vez recibí