le no en el sillón, a que los abuelos se hubieran ido. Entonces Carmina entró a hacerle compañía y preguntó si le apetecía jugar a algo. No, no le apetecía, tenía mucho sueño y se iba a dormir, prefería que apagara la luz. Ella dijo que la apagaría en cuanto se durmiera y Miguel cerró los ojos y empezó a fingir. Quería mucho a la criada porque solía guardarle ración doble de postre, y porque era una andaluza guapa