se esmero y tanto las quería que incluso les ponía nombres. A veces recurría para ello al santoral y así había Cristinas entre los geranios, Silvias entre las hortensias o Carolinas entre las begonias, pero lo más frecuente era que los nombres procedieran de su imaginación o de antiguas lecturas de cuentos de hadas, y siempre había una Blancaflor, una Carmesina, una Isomberta. Cada día, además, compraba una rosa y si era muy bella la llamaba Rosita o Rosalinda, si
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PROCEDERI - Originarse, descender, venir de un lugar