Texto contextualizado: |
o Sansón Aguirre, el marinero cuyos ronquidos producían maremotos. El abuelo no tenía los ojos tristes ni terribles, los tenía dulces cuando llegaba y se sentaba al borde de la cama. A Miguel le gustaba mirarse en ellos mientras escuchaba aquellas historias de héroes generosos y rufianes enamorados. Cuando el abuelo le daba las buenas noches, le acariciaba un instante la mejilla y, en una ocasión, le dijo mientras lo hacía que de nada sirven la sabiduría ni el valor |
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