primo. Una tarde levantó la vista del libro para asegurarle que él había sido el chico más fuerte del internado. Otra tarde le contó cómo había defendido a un paralítico de ciertos gamberros que le habían quitado las muletas y se divertían empujandole. Días después le habló de su viaje en globo con Tintín, y desde entonces no hubo tarde en que no le narrara cómo había rescatado a Tintín de un petrolero en llamas o del mortal asedio de un ejército de buitres