abandonan su aislamiento y participan en los negocios de este mundo lo hacen como el creyente en tierra de infieles. Los escritores y periodistas norteamericanos tienen una insaciable curiosidad y están muy enterados de la actualidad pero, en lugar de comprender, juzgan. En honor a la verdad, los juicios más acerbos los reservan para sus compatriotas y gobernantes. Es admirable y, sin embargo, insuficiente. En la época de la intervención de su país en Indochina denunciaron, con razón, la