baratijas. Entre ellos vislumbré una presencia increíble: doña Salomé en persona, valijita en mano y con el aspecto de quien se ha vestido de apuro. Si no la llamaba en el acto, la perdería de vista, porque se encaminaba hacia la salida de la estación. Con la esperanza de que no fuera ella, me puse a gritar: --¡Doña Salomé! ¡Doña Salomé! Giró sobre sí misma, se llevó un dedo a los labios y por toda
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ENCAMINAR - Dirigirse a un lugar, indicar a alguien el camino que debe seguir