mas de tenerlo, era diabólicamente oscuro, tan oscuro como el fondo de la observación que ella hizo acerca de sus ojos. Pero al fin tanto daba; del lado de acá ella estaba muerta y él --aun no conseguía admitirlo-- era el autor de esa muerte. Quizá el tiempo que había dejado transcurrir desde entonces estaba más cerca del exorcismo contra un acto no querido que de una negativa a confirmar el hecho increíble. ¿Qué hace un hombre con el