el fin de la alfombra mientras persiste el dolor. El dolor va dejando de ser intenso y alargado y abandona el hueso para recogerse en el músculo. El músculo se distiende bajo el calor de las manos. Al fin éstas acuden a la cara para quitar las lágrimas. Queman las mejillas escocidas por la fricción. De un impulso alcanzó el borde de la mesa y levantó medio cuerpo. Torcía obstinadamente la cabeza para no mirar hacia el sofá. No quería verlo