¡Que no se moje el pobrecito!» Hortensia, advertida por el susurro, se vuelve a mirar al viejo, extrañada de verle mover los labios en una oración. Pero dura poco y él vuelve a su silencio, impresionado ahora por la sensación de que debería recordar algo. ¿Qué podrá ser?