horas estas de que ande por ahí una chica decente. Mientras sosteníamos este diálogo me había hecho yo una ganzúa con una de las ballenas del corsé. No habría desdeñado una pistola, porque no sabía con qué ni quién habría de enfrentarme en breve, pero tal cosa, como es de suponer, estaba fuera de mi alcance. Me eché la ganzúa al bolsillo, me despedí de Cándida, retiré de nuevo el tocador, abrí la puerta, salí y bajé hasta