último artículo. El viejo recuerda cuando, recién acabada la guerra, subió él a Roma con Ambrosio y otro partisano («¿cómo se llamaba, aquel albanés tan buen tirador?..., ¡maldita memoria!») para exigir la reforma agraria en la región de la Pequeña Sila a un dirigente del Partido. -¿Te ha acompañado hasta la puerta dandote palmadas en el hombro? -¡Desde luego! Ha estado amabilísimo. El hijo sonríe, pero