libertad, convirtiendose también en túnel para escapar. Y, sobre todo, las fiestas de la casa, cocina invadida, bullicio, derroche, hartazgo, manchas de vino en el mantel -¡alegría, alegría!- que exigían mojar en ellas el dedo y trazarse una cruz en la frente, humo de tabaco, vaho humano, pellizcos y risotadas, gente respetuosa hacia su padre rindiendo acatamiento... Y después del banquete la música y el baile, faldas que