y mamar... Sólo que el pobrecillo era un cordero y no podía llegar a fuerte, ¡pero tú eres hombre! El niño practica, en efecto, cada vez más. A fuerza de tentativas ya se pone a gatas y recorre así la alcobita o el estudio. Ahora mismo está empezando a moverse, atraído por los pantalones del viejo, cuando de pronto suena un ruido mecánico persistente y el niño alza la cabeza con atenta mirada. «¡Tiene el oído
SON:061.21
RECORRER - Atravesar un espacio por toda su extensión