en verde, marca las diez y diez. Vuelve a cerrar los párpados como resistiendose a enterarse. Le irrita volver a Milán. La vez anterior, recién enviudado, no pudo aguantar ni quince días, cuando le habían planeado los hijos un par de meses. Insoportable todo: la ciudad, los milaneses, el minúsculo pisito, la nuera... Y ahora, sin embargo, ¡ hacia Milán!... « ¡ Con lo a gusto que me moriría en casa