lo misantropía, inveterado egoísmo y carácter excéntrico; tal vez le abandonó hace muchos años por un popular autor latinoamericano que acumula fabulosos royaltis de ocho cifras gracias a su empleo mañoso de la receta narrativa del siglo: el realismo mágico. Mientras escuchas el tictac del dispositivo adherido a tu pecho --ese nuevo y maldito corazón revelador que agota avariciosamente sus latidos como la aguja cuenta atrás de un parcómetro--, te esforzarás en aprovechar el tiempo de que aún dispones para responder punto por